Durante el siglo XVIII, la Monarquía Española experimentó un incremento exponencial en materia de conocimiento de sus territorios americanos, así como de sus habitantes. De manera notable durante la segunda mitad de dicha centuria, las nociones de policía y de justicia fue-ron interpeladas por preocupaciones acerca del fomento de la riqueza y del comercio. El proceso permite constatar una conciencia cada vez mayor sobre los espacios periurbanos y rurales como problema de gobierno secular y eclesiástico.